A Mariana la asesinó el estado; la asesinaron todos

Si bien todos los feminicidios duelen profundamente, el caso de Mariana, la jovencita de sólo 24 años violentada sexualmente presuntamente de manera tumultuaria y encontrada muerta el pasado 28 de enero, me sacude de manera particular en el fondo del alma, porque sus circunstancias y sus sueños me resultan familiares, porque puedo imaginar de manera más próxima el dolor de sus familiares, amigos y las personas que la amaban.

Mariana sólo tenía 24 años. Estudió Medicina en la Universidad Autónoma de Chiapas (UNACH), había terminado su internado y se encontraba en la etapa del Servicios Social para conseguir finalmente su título como licenciada en Medicina Humana. Para nadie es un secreto que se trata de una carrera profesional bastante compleja, que requiere de mucha determinación y compromiso para afrontar los sacrificios y horas de aprendizaje con desvelos incontables.

Bajo la responsabilidad de la UNACH y la Secretaría de Salud estatal, Mariana fue asignada al municipio de Ocosingo para hacer su Servicio Social en la comunidad indígena de Nueva Palestina. Sin ningún tipo de apoyo económico, abandonada en un pequeño cuarto de la misma clínica rural y, sobre todo, sin ninguna medida de seguridad, la jovencita fue enviada al lugar a sortear los riesgos y gastos por sí misma.

La dejaron sola y los mayores temores se hicieron realidad. Hace aproximadamente dos meses Mariana fue sorprendida y violentada sexualmente por presuntos pobladores de la zona, dentro del mismo cuarto donde vivía, a sólo un costado de donde ella daba atención médica. No hubo quien la ayudara.

Acudió a la Fiscalía General del Estado (FGE) para interponer la denuncia de hechos y notificó inmediatamente lo sucedido a las autoridades de la Secretaría de Salud y la Autónoma de Chiapas. En respuesta recibió indiferencia absoluta. Según la Asociación Mexicana de Médicos en Formación (AMMEF), a Mariana sólo se le instruyó que se tomará un mes de descanso para después, aunque suene increíble, reincorporarse a su lugar de asignación. A la misma comunidad, clínica y cuarto donde había sido ultrajada.

Para ella no hubo ni protocolos de atención psicológica o acompañamiento (médico y judicial) por parte del área responsable dentro de la Secretaría de Salud, y mucho menos por parte de la universidad que seguía siendo directamente la responsable de ella como estudiante. Por miedo al escándalo, el desprestigio o simplemente por apatía todas las autoridades involucradas decidieron minimizar los hechos para silenciar la tragedia de Mariana. La abandonaron entre la angustia, el miedo, el dolor, la falta de dinero y la posibilidad de perder su formación profesional en caso de no aceptar su retorno a la comunidad.

Mariana fue finalmente localizada muerta el pasado 28 de enero en el mismo sitio donde había sido atacada meses antes. La dejaron acorralada y la volvieron “carne de cañón”, entre la indiferencia y la incapacidad de las autoridades para brindarle protección. Más allá de las causas que finalmente determinen las razones de la muerte dentro de la carpeta de investigación, a Mariana la asesinó el Estado, la Jurisdicción Sanitaria No.6, la Secretaría de Salud, la Universidad Autónoma de Chiapas y la Fiscalía General del Estado.

Mariana es la consecuencia más grave y dolorosa de la falta de garantías de seguridad, subsistencia y atención dentro del sistema de internados y servicios social para los estudiantes de medicina en Chiapas. Como ella, actualmente decenas de estudiantes se encuentran “a su suerte” en parajes lejanos para brindar atención médica, sin recibir un solo centavo y a expensas de lo que pueda sucederles.

Lo ocurrido desde hace dos meses que llevó a la muerte de la jovencita en Nueva Palestina es “la gota que debe derramar el vaso” para replantear las formas y garantías dentro del sistema de formación médica en Chiapas; porque esto NO puede volver a suceder.

El caso de Mariana exige justicia para dar castigo a los responsables de la pesadilla que finalmente cobró su vida. Pero también exige castigo ejemplar para las autoridades directamente responsables de los estudiantes de internado y servicio social dentro de la Secretaría de Salud que minimizaron su situación y la acorralaron a regresar al sitio de su pesadilla, así como de la Autónoma de Chiapas para quienes Mariana (como otros tantos estudiantes) no importó y decidieron dejarla completamente sola… así las cosas.

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