Trump admitió que no ha encabezado «una administración corriente», aunque lo hizo para aplaudir las políticas emprendidas en distintos ámbitos, desde el militar al económico, pasando incluso por el judicial o el sanitario.
Además, expresó sus condolencias a los familiares de las personas fallecidas por coronavirus y destacó que, bajo su gestión, se logró el «milagro» de tener una vacuna contra el covid-19 en un plazo de nueve meses.
Luego de señalar que pese a los «obstáculos» que enfrentó durante su gestión, lo dio todo en el terreno de juego. «Siempre lucharé por ustedes. Estaré observando. Estaré escuchando», dijo.
Y deseó un «gran éxito» al gobierno de Biden, pues «tienen los cimientos para hacer algo espectacular» durante los próximos cuatro años.
Una investidura sin el presidente saliente
Biden, por su parte, pasó la noche en la Blair House, la residencia oficial para invitados en Washington. La jornada del nuevo mandatario arrancará con una misa a la que acudirá también su vicepresidenta, Kamala Harris, antes de que el grupo se desplace hasta la sede del Congreso norteamericano.
A diferencia de otras tomas de posesión, Trump ya había anunciado que no asistiría a la de su sucesor y tampoco planea mantener ningún encuentro con él, después de haber denunciado fraude en reiteradas ocasiones a raíz de su derrota, sin presentar pruebas.
Pese a ello, el presidente saliente ya aseguró el martes en un vídeo que «reza» porque el Ejecutivo de Biden tenga «éxito» para «mantener a Estados Unidos segura y próspera», al tiempo que rechazó el ataque al Capitolio llevado a cabo por decenas de sus partidarios el 6 de enero.
El asalto tuvo lugar durante la votación en el Congreso para certificar la victoria de Biden en las presidenciales, algo que tuvo lugar tras un aplazamiento de varias horas. Trump, que prometió una transición «ordenada», será sometido a un segundo ‘impeachment’ –el primer presidente en la historia del país en ser sometido a dos procesos de destitución– por «incitar a la insurrección».