Todos somos intelectuales

ERWIN LÓPEZ RÍOS | POLÍTICA NETA

“Estoy persuadido de que la vinculación de los intelectuales con las luchas populares, más que nunca es una necesidad en nuestros días. Es el signo nuevo de nuestro tiempo. En esa participación encontrarán los intelectuales problemas auténticos, los del mexicano…”

Víctor Flores Olea.

Los intentos de llevar al plano de las ideas una oposición sólo han causado la delimitación de actos cínicos por parte quienes deben favores a los gobiernos anteriores. Si bien, no ha habido ningún debate de las ideas por parte de la derecha mexicana (¿la ha habido alguna vez?) es porque tampoco hay a qué oponerle un debate puesto que no hay ideas de “izquierda”. Existe un gobierno que está intentando poner orden a toda una serie de descomposición en la estructura y dirección del desvencijado Estado que tenemos, más todos reconocemos que no es un gobierno de izquierda, no hay un proyecto ideológico (otra vez) que guíe la fuerza política que está en la dirección del país.

Para el filósofo Leopoldo Zea antes de una revolución en otras partes del mundo, habían contado con elaboración de ideas previas, abstracciones filosóficas que justificaban y daban sentido a esas expresiones concretas. En el caso de México no había sido así. Se refería al caso de la Revolución mexicana. La diferencia con el caso mexicano, es que no se encontraban ideas o abstracciones de corte universal que apelaran a lo humano in extenso. Aseveraba “Ninguno de los hombres que hicieron y hacer la Revolución Mexicana han pretendido otra cosa que resolver una serie de problemas concretos que se han venido planteando al hombre de estas tierras de México”. En otras palabras, no hubo una filosofía de “La Revolución mexicana” que hubiese justificado su acción.

Esto no quiere decir que no haya habido pensadores o filósofos capaces de aconsejar al gobierno naciente de aquella revolución. Daniel Cosío Villegas consideró que decidieron no aconsejar al gobierno, él y la generación de 1915, porque habían visto cómo con sus propias manos habían logrado la victoria de la Revolución, por lo tanto, les pareció “exclusivo e indiscutible su derecho a conducir al país”. Para el caso del paralelismo del que partimos, es decir, las ideas por un lado y las acciones por otro, llegó el momento en donde las metas concretas dejaron de ser impulsadas por el espíritu revolucionario. Esto era lo que Daniel Cosío Villegas indicaba como la “crisis de la Revolución mexicana”. La costumbre que vemos ahora en la cual se satisfacen sólo deseos y conveniencias inmediatas ya tiene una historia bien conocida en México, los grupos políticos oficiales no piensan mucho en el destino lejano del país. Pero podemos preguntar, ¿algún grupo político lo piensa?

Las ideas prácticas que han recorrido la historia del país no se han encontrado con el otro recorrido de las ideas. La analogía es clara, las líneas paralelas no se encuentran jamás. Destronar la corrupción como mecanismo sistemático del poder en México es fundamental, pero hace falta lo que quedó por fuera de las ideas políticas en un determinado momento de nuestra historia: las ideas de izquierda. Estas ideas quedaron al margen en el campo político, pero también en el ámbito intelectual. Esto se observó en la década de 1930, antes de la llegada al poder de Lázaro Cárdenas, penetrando las ideas marxistas en las esferas sindicalistas, principalmente en voz y letras de Vicente Lombardo Toledano, filósofo y político, discípulo del también filósofo Antonio Caso con quien tuvo una polémica alrededor de volver constitucional la educación socialista.

El historiador Tzvi Medin menciona que antes del comienzo del sexenio alemanista, el primero con el que oficialmente nace el PRI tal y como lo conocemos, existió un acuerdo con Vicente Lombardo Toledano, objetivo principal a eliminar por ser portador de las ideas marxistas, no requeridas tanto por los políticos en el poder y rechazadas por otros intelectuales de la época. Los ideales de la Revolución Mexicana habían devuelto las tierras, pero no los medios para transformar lo que extraían de ahí. Lombardo Toledano consideraba que la Revolución no podía ya solamente tener como objetivos exclusivos la reforma agraria, sino que “su objetivo histórico inmediato debía ser el de liquidar las supervivencias semifeudales del pasado y lograr la industrialización mexicana para asegurar la independencia económica y política”.

Lo interesante de este momento histórico es que parece la jerga popular de ahora, sólo que, de manera desdibujada, la querella ahora está en el poder que quiere independizarnos económicamente, por lo menos desde el sector energético, y luego en el brumoso panorama de la soberanía alimentaria. La industrialización sí se logró, pero no en beneficio de los intereses de la nación, sino de los intereses del mercado. Y la idea socialista, marxista o comunista parece un chiste, pero no contado desde la ideología de izquierda, sino en las pancartas del ridículo movimiento del FRENAA.

El problema puede verse desde la expresión que Antonio Gramsci daba “todos los hombres son intelectuales” (porque no hay nadie que no utilice el intelecto), o la menos gloriosa “todos los hombres son filósofos” (porque no hay nadie que tenga por lo menos una concepción del mundo). La función es la distancia que se separa de esa base, de esa mera contemplación del espíritu. Así como sucedió con la práctica revolucionaria, la sola teoría revolucionaria puede convertirse en dogma y fracasar, eso aun con la advertencia marxista de unir teoría y práctica. Podemos preguntarnos, ¿necesitan las luchas populares de ahora teoría revolucionaria?, ¿dónde están los intelectuales de izquierda?, ¿estarán contemplando nada más el mundo? Las respuestas sólo pueden darse bajo la discusión constante de lo que ahora existe en lo popular. Ya no pueden aplicarse las frases que sólo contienen al sujeto “hombre”, sino que hay definitivamente una posición feminista a la cual unirse discursiva y prácticamente. A la derecha le ocurre organizarse más fácil que a la izquierda, ¿qué destino espera a la comunidad intelectual que ha sido aludida de manera indirecta?, ¿pueden los filósofos dejar de contemplar al mundo?

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