La crisis migratoria que, en el fondo, a ningún gobierno parece importar (En la Mira / Héctor Estrada)

Ni al gobierno mexicano, y mucho menos al estadounidense, parece importarle en lo más mínimo la crisis migratoria que hoy vive la frontera entre Chiapas y Guatemala. Las protestas desesperadas de miles de familias migrantes varadas en Tapachula, los enfrentamientos persistentes con elementos de la Guardia Nacional y las laceraciones públicas realizadas para llamar urgentemente la atención de las autoridades se han vuelto francamente inútiles.

Han pasado casi cuatro años desde que la primera caravana migratoria irrumpió en la escena internacional y no hay a la vista un programa regional e integral para atender el fenómeno. Las caravanas prácticamente se han diluido, dejando un flujo constante de migrantes, estancados en los municipios fronterizos de Chiapas, sin posibilidad de avanzar, con deportaciones inútiles que sólo han generado un “circulo vicioso” de desplazamiento y retorno constante.

Este fin de semana el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, visitó el epicentro de la crisis migratoria, en Tapachula, pero ese no fue realmente el tema central de su visita a la frontera sur. En medio de protestas, entre migrantes costurándose los labios y crucificándose, Obrador se limitó a prometer una visita próxima a Centroamérica y Cuba para llevar nuevamente su programa “Sembrando Vida” como posible alternativa para frenar el éxodo en aquellos países. Nada nuevo al respecto.

Algunos se atrevieron a especular sobre un abordaje especial a la problemática ante la invitación hecha por el gobierno mexicano al embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar, para acompañar a Obrador en su visita a Chiapas. Sin embargo, nada más lejano a eso. Salazar ni siquiera abordó el asunto, se limitó a visitar los trabajos hidroeléctricos que se realizan sobre la cuenca del Grijalva, como si la “convulsión migratoria” no fuera la prioridad del momento en el tema binacional.

Y es que, la problemática avanza a pasos agigantados. La detención de migrantes de otros países en México se intensificó en el arranque de 2022, y alcanzó en enero su cifra más alta en 20 años. De acuerdo con datos de la Unidad de Política Migratoria (UPM) de la Secretaría de Gobernación, ese mes fueron «presentados o canalizados» 23 mil extranjeros. Dicha cantidad representa un incremento de 140 por ciento en la detención de migrantes en territorio nacional, pues en enero de 2021 ascendió a 9 mil 564.

A partir del año pasado, los reportes de la UPM desglosan la información en «presentados», que se refiere a eventos de migrantes ingresados a las estaciones migratorias por no acreditar su estancia legal en el país, y «canalizados», que incluye a quienes son trasladados a los albergues de la red DIF. En enero pasado fueron 17 mil 560 presentados y 5 mil 441 canalizados. Más de la mitad de los migrantes detenidos en este periodo provenían de Guatemala y Honduras. Les siguen como principales países de origen Venezuela, Nicaragua y Cuba, con más de 2 mil cada uno.

Tan sólo el pasado 20 de febrero, el Instituto Nacional de Migración (INM) reportó la «identificación» de 5 mil 20 extranjeros irregulares en una semana, incluyendo 793 niños y adolescentes. Provenían de 23 países del mundo. La mayoría eran originarios de Centro y Sudamérica, pero había también migrantes de China, India, Nepal, Rumania, Rusia y Senegal.

Durante el primer bimestre de este año se registraron en México 16 mil 309 nuevos solicitantes de refugio, 21 por ciento más que en el mismo periodo de 2021. La Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar) reportó que Haití se mantuvo como principal país de origen de los solicitantes, con 4 mil 189 solicitantes, seguido por Honduras, con 3 mil 675, y Cuba, con 2 mil.

Se trata de un asunto que se complica con el paso de las semanas, pero que tiene su origen en un evidente cambio de las dinámicas de contención migratoria hacia los Estados Unidos. Es claro que México ha “apretado su embudo migratorio” en la frontera entre Chiapas y Guatemala por acuerdos que no son oficiales, pero resultan evidentes.

Las denuncias de grupos defensores de derechos humanos se han acumulado con el paso de los meses y las evidencias de deportaciones directas desde ciudades estadounidenses hacia Tapachula ha disipado las dudas. En el fondo, el tema está plagado de simulaciones, desinterés, omisiones y pactos, donde la soluciones y las respuestas al clamor desesperado de los cientos de migrantes varados no son tema que realmente importe a ningún gobierno… así las cosas.

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