¿Cómo llegó Pantelhó al nudo de violencia y anarquía que ahora vive? (En la Mira / Héctor Estrada)

La violencia desbordada que ha vuelto al municipio de Pantelhó, Chiapas, el foco de la atención nacional tiene años gestándose entre los cacicazgos, el sometimiento de los gobiernos municipales, la irrupción del crimen organizado, el hartazgo de la población y la innegable omisión de las autoridades estatales. Es un asunto complejo que se dejó crecer durante al menos tres sexenios a modo de pactos políticos y “nudos de complicidad” difíciles de resolver ahora.

Como en la mayoría de los municipios indígenas de Chiapas, donde los grupos armados mantienen secuestrada la paz, el tránsito de Pantelhó hacía el escenario de violencia criminal que enfrenta actualmente inició con el sobreempoderamiento de cacicazgos, bajo el cobijo omiso y también intencional de gobiernos estatales, a fin de mantener alianzas de control sobre diversas regiones de Chiapas, a costa de lo que sea.

En Pantelhó la figura de Austreberto Herrera Abarca tiene un rol preponderante. En 2002, durante el gobierno de Pablo Salazar Mendiguchia, fue nombrado juez municipal, y desde entonces comenzó a forjar un poder desproporcionado sobre el municipio. A la llegada de Juan Sabines Guerrero los pactos políticos se fortalecieron con el gobierno estatal. Así durante seis años más Herrera Abarca se mantuvo como juez municipal, conservando buena parte del control en la localidad.

Desde que fue encumbrado como “mandamás” dentro del municipio, Austreberto se encargó de imponer a buena parte de los gobiernos municipales en Pantelhó, bajo las siglas del Partido de la Revolución Democrática (PRD). Se convirtió en el operador político predilecto de los gobiernos estatales, siempre haciendo uso de la violencia y la intimidación para imponer condiciones. Finalmente, la impartición de “justicia local” y el poder político estaban concentrados en sus manos.

Sin embargo, fue con el inicio del gobierno de Manuel Velasco Coello cuando el poder se salió de toda proporción. La resistencia de grupos políticos antagonistas en Pantelhó (principalmente del PRI) y la estrategia de los operadores del Partido Verde Ecologista de México (PVEM) en Chiapas, para armar a sus aliados dentro de los municipios indígenas y someter a sus adversarios, se convirtió en la mezcla mortal que hizo del municipio un polvorín en combustión.

Pero el financiamiento de grupos políticos también abrió la puerta a la irrupción y el avance del crimen organizado, ligado al narcotráfico en la zona. Los cacicazgos terminaron mutando a liderazgos de la delincuencia organizada y las complicidades permearon en los gobiernos o autoridades de los tres niveles. “No había nada, presupuesto de obra pública o programa social, que no pasara por la autorización de Herrera Abarca y sus hijos (Los Herrera)”, denunciaron recientemente habitantes del Pantelhó.

Con la ausencia del Estado y la permisividad de las autoridades estatales también se formaron otros grupos armados como “Los Ciriles” y “Los Capotes”, que tiene su centro de operaciones en la comunidad San Francisco El Triunfo. Pero fueron “Los Herrera” quienes impusieron su dominio, desasiéndose de sus enemigos, aunque estos fueran parte de su propia familia. Como ocurrió en 2015 cuando Édgar Herrera Trejo y Carlos Trejo Hernández fueron presuntamente asesinados por el propio Austreberto y un comando armado, según consta en investigaciones hechas por la revista Proceso y el periodista Isaín Madujano.

La investigación periodística denominada “El Machete, contra la saga criminal de los Herrera”, detalla que la misma suerte corrieron sus sobrinos Hiram, Aldegungo, Eleazar y su cuñada Enriqueta, asesinada mientras regresaba de San Cristóbal de las Casas tras haber ido a denunciar a Austreberto por presuntas amenazas de muerte. El hostigamiento, las emboscadas y ejecuciones de enemigos dentro de la localidad se convirtieron en una constante. Los pobladores tienen contabilizados un aproximado de 200 asesinatos durante los últimos 20 años.

Pero las cosas comenzaron a complicarse para “Los Herrera” con la transición dentro de los tres niveles de gobierno en 2018. La llegada del nuevo presidente municipal, Santos López Hernández, y el fin de los pactos que se mantenían hasta finalizar el gobierno de Manuel Velasco Coello iniciaron la persecución judicial de Austreberto Herrera Abarca, hasta que fue detenido el 3 de agosto de 2019 por el presunto homicidio de sus sobrinos Edgar y Carlos en 2015.

Sin embargo, la violencia no menguó. Tras la detención de Austreberto, sus hijos, Dayli de los Santos y Rubén Estanislao tomaron el control. Iniciaron el hostigamiento del presidente municipal y represalias contra los seguidores del alcalde y los pobladores opositores de 83 comunidades. La violencia se incrementó con nuevas emboscadas y ejecuciones para reafirmar su dominio, al tiempo de movilizar a grupos afines para exigir la liberación de su padre.

La salida del presidente Santos López no demoró mucho. Fue en agosto de 2020 (sólo un año después de la detención de Austreberto) cuando López Hernández fue destituido por el Congreso de Chiapas y detenido debido una denuncia de acoso y abuso sexual interpuesta por dos funcionarias del propio ayuntamiento. En su lugar fue designada como presidenta municipal interina Delia Janet Velasco Flores, casualmente ligada al grupo de “Los Herrera”, junto a su esposo Raquel Trujillo Morales.

De agosto de 2020 a mayo de 2021 las cosas no cambiaron mucho. Los abusos de “Los Herrera”, solapados por la nueva presidenta municipal interina, comenzaron a desbordar los ánimos de las comunidades sometidas. El proceso electoral pasado encendió aún más el malestar entre los pobladores. Y es que, después de una serie de irregularidades, extorsiones a comunidades y compra de votos, con el apoyo de “Los Herrera”, finalmente el esposo de la actual alcaldesa interina fue electo como presidente municipal para los siguientes tres años.

El punto de quiebre llegó el 5 de julio pasado cuando Simón Pedro Pérez López, líder de la organización Las Abejas de Acteal, fue asesinado a plena luz del día, frente a su hijo, en el municipio vecino de Simojovel. Lo asesinaron solamente nueve días después de que sirviera como canal de comunicación para que habitantes de Pantelhó pudieran entregar una carta de “auxilio” a la Secretaría General del Gobierno en la que denunciaron el creciente acoso del crimen organizado en la zona y solicitaran la urgente intervención de las autoridades.

En el documento, fechado a 26 de junio de 2021, hecho público por la periodista Ángeles Mariscal, se enumera el asesinato de al menos 11 personas en los últimos años, integrantes de sus comunidades, debido a la presencia de grupos criminales vinculados al narcotráfico, estrechamente relacionados a las autoridades municipales actuales y electas. El asesinato del activista zapatista, Simón Pedro, llevó a Pantelhó y su violencia desbordada hasta los reflectores internacionales.

Así se desató la catarsis de violencia desquiciada durante las semanas pasadas, con episodios como el tiroteo del 7 de julio a un autobús de pasajeros. Por eso el ejercito fue emboscado por grupos armados cuando por fin, después de tanto tiempo, intentó por primera vez ingresar el 8 de julio al municipio para recuperar el control, dejando un total de ocho policías y militares heridos. Ahora no resulta tan extraño que el mismo 7 de julio se registrara el inusual tiroteo en Tuxtla Gutiérrez.

La desesperación de “Los Herrera” los hizo incursionar en métodos antes inimaginables para la región, como el uso de explosivos para desatar el terror. Los pobladores tienen documentadas al menos dos explosiones, una de ellas con varias víctimas fatales, que hasta el momento han sido negadas por lo reportes oficiales.

Así fue como el 10 de julio se anunció el surgimiento del nuevo grupo de autodefensa “El Machete”. Son los propios pobladores quienes se han organizado para iniciar lo que ellos mismo han denominado como la limpieza y expulsión de los grupos criminales y sus aliados, incluidos la alcaldesa interina en turno y el presidente municipal electo. De la procedencia de las armas y algunos detalles de la indumentaria (uniforme) durante la presentación no hay mayores detalles.

“El Ejército ha llegado demasiado tarde”, dicen insistentemente los pobladores, ahora organizados en autodefensas. A las autoridades no les ha quedado de otra que observar la toma de edificios municipales y el cateo violento de viviendas relacionadas con “Los Herreras” y sus cómplices. De esta forma, de manera conveniente para quienes deberían garantizar el retorno del orden, hoy son los pobladores quienes enfrentan a punta de pistola a esos “demonios” que la misma omisión y la complicidad gubernamental dejó crecer durante casi dos décadas… así las cosas.

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